sábado, 21 de febrero de 2009

¿DIOS CASTIGÓ EN TARTAGAL?



Existen varias teologías que vinculan las catástrofes climatológicos a problemas morales. Se condena así la vida lujuriosa de gente del poder (empresarios y políticos corruptos), con aludes y terremotos.


Por el P. Leonardo Belderrain

Recientemente, ha sido famoso un sacerdote designado Obispo por el Oapa actual, que relacionaba "la ira de dios y el Katrina", después de la construcción de una clínica de abortos.

Otra teología enseñó que Dios no tenía nada que ver con todo esto, pero que algunos problemas morales estructurales, desde la apropiación de las tierras en la conquista, hasta el ecocidio actual, guardan una íntima relación con problemas morales. Negligencia, desidia, malignidad con el terreno y lucro desatinado, y que estos desajustes energéticos atraían las catástrofes ecológicas.

La primera teología, ante pecados como la lujuria y la avaricia, describen la proporcional ira de Dios que cae, inexplicablemente, sobre vecinos pobres. Esta teología, de cara a los pobres, genera un sano ateísmo. Sólo un perverso puede pensar que Dios sea tan arteramente injusto y perverso.

Para la segunda, los pecados, sobre todo, son estructurales; siempre el Poder, cuando hay deterioro (salvo honrosas excepciones), actúa como en la diagonal de la escena. Así como los hermanos del Gobernador kirchnerista Urtubey, creando una empresa dedicada al desmonte.

Facundo Norberto (46 años, Director de la Agencia de Promoción de Salta, esto es, funcionario) y José Antonio Urtubey (34 años) crearon la firma JOFA.

Esta matriz empresario-política se alinea perfectamente, desde lo oprobioso, con la historia de la conquista.

Se sabe que el ecosistema es dinámico y se repone, pero ante la explotación descontrolada, muchas veces no tiene capacidad de cicatrización para mitigar el impacto de copiosas lluvias en tan escaso tiempo. "Los bosques nativos son una natural esponja, y paraguas protector de suelo, son el más magistral diseño que equilibra los ecosistemas y garantiza gratuitamente nuestra supervivencia", -La explotación maderera sin control, que abre caminos en sus cerros en los que múltiples aserraderos ilegales irrumpen para robar madera y deteriorar sin pausa la estructura del bosque, causa daños irreparables.

Se sabe que en algunos departamentos, el nivel de desmonte supera cinco veces el promedio de desmonte mundial; sin la vegetación propia del lugar, la estructura de las laderas se vuelve cada vez más inestable.

Sin retención suficiente, se acelera el escurrimiento superficial. Con poca retención y excesivo escurrimiento, las crecidas no se regulan. Con grandes crecidas, no hay puente ni camino que resista. El curso del río, en vez de seguir encauzado, produjo anegamientos.

Se sabe que los desmontes provocan emisiones de carbono a la atmósfera en un nivel tan alarmante que superan cinco veces las provenientes de los procesos industriales. Los desmontes producen casi la mitad de la principal causa de emisión. Sin los bosques se incrementan los problemas sociales, ambientales y por supuesto económicos.

La primera teología, a mi entender, da la imagen de un Dios irascible e inasible, que coincide en su fatalismo con el discurso del oficialismo político, que dice que no hay ecocidas y sí “aludes azarosos” que cargan con la desventuras de nuestros pueblos.

Para esta ideología, mas que teología, no hay que quejarse. Es mejor buscar otro lugar para poner las casas y solidarizarse llevando mantas y colchones. Felizmente, parece que no es ésta la teología de la pastoral indígena.

La segunda teología parece mas convincente. Jesús toma partido con los humillados y las víctimas del ecocidio. Jesús sufre, trabaja y disfruta por los momentos de liberación de su pueblo, y advierte que todos los que ríen desde sus negocios irresponsables mañana pueden llorar y se bregará, en esta Tierra, para que reparen materialmente el daño ocasionado.

El Estado puede pagar con obras reparadoras, frazadas, colchones, alimentos y los medicamentos para los evacuados, pero a los que deterioraron el bosque y son responsables, es importante que se los denuncie y que paguen de sus ganancias al resto de la sociedad por el daño ambiental, y si han provocado directamente o por omisión, muertes culposas como en Cromañon, enmarcadas por la ley deben ser procesados y juzgados.

Como se ve, la primera teología puede resentir a las personas, porque no explica el encarnizamiento de los castigos de Dios con los pobres que habitan las zonas de riesgo, en relación con las lluvias y los incendios.

Muchos, en realidad, se peguntan ¿Dios castiga con la inundación, o Dios sigue luchando por no seguir siendo castigado en la historia de sus pobres, desde que se formo este mestizaje?

Además ante estos continuos desastres, se considera que se debe planificar de manera urgente el ordenamiento territorial de los bosques nativos argentinos. Esto significaría terminar con los desmontes indiscriminados y deben ser reorientados, priorizando efectivamente el establecimiento de los "bosques protectores" que, entre otras cosas, evitan que la lluvia impacte directamente sobre el terreno.

Las comunidades cristianas celebran el acierto y mesura de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, ante el justo reclamo de comunidades indígenas y campesinas, ordenó al Gobierno de Salta el 29 de Diciembre pasado la suspensión de los desmontes indiscriminados.

En general en zonas deprimidas del país, nadie sabe cómo dar trabajo, y los pocos que lo intentan, muchas veces terminan negociando con empresas que dan trabajo y mejoran la calidad de vida acorto plazo, pero a lo largo comprometen seriamente la calidad de vida de todos.

Pensar el desarrollo de estos lugares desde programas serios de Ecología Social sigue siendo un desafío.

Conclusión:

Dios, como un padre bueno nunca castiga. Algunos hombres en un estadio primitivo, pueden sentir que lo trágico tuvo que ver con sus obras malas y esto sí puede ser verificado en los ecocidas, que evolucionarán a una imagen amorosa de Dios, cuando amen la Naturaleza y abandonen la perversión en la que viven.

A la población con estrés postraumático, le servirá el símbolo del tártaro, esa planta rústica y llena de estrellas que sabe sobrevivir: se adapta con facilidad a distintos ambientes y tiene una gran resistencia a la sequía. Hoy casi quedan pocos tártaros; como dijera Brecht, son como los hombres del Tartagal, imprescindibles en su espíritu de lucha: reciclan la Vida.

Para la primera teología, tal vez se van al Infierno los empresarios dañinos; para la segunda, hay que construir gerentes sociales ecologistas que generen trabajo y empresas limpias, aliviar los infiernos de los pobres, desactivar el sistema perverso y poner en espacios de conversión a sus ecocidas.

Esto puede tener sus contrariedades pero sólo así se sana una memoria de quinientos años de desiertos con algunas pascuas.

(*) Padre Dr Leonardo Belderrain, Bioeticista, Capilla Santa Elena, Parque Pereyra Iraola, Consultaría en ética ambiental Vicaria de la Solidaridad, diócesis de Quilmes

Te0221-473-1674

leonardobelderrain@ciudad.com.ar


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