domingo, 21 de noviembre de 2010

MONSEÑOR RUBÉN OSCAR FRASSIA: EL REY Y MESÍAS, PERDONA Y SALVA

Esta Fiesta de Cristo Rey nos tiene que llevar a vivir definitivamente su plenitud, pero con el perdón, con la entrega y con la misericordia. Nunca con el odio, nunca con la venganza, nunca con el resentimiento. ¡Nunca con la injusticia!

Domingo 21 de noviembre de 2010 - 34º durante el año
Fiesta de Jesucristo Rey del Universo
Día de la Acción Católica
Evangelio según San Lucas 23, 35-43 (ciclo C)

El Rey y Mesías, perdona y salva

Cristo Rey del Universo, es el Señor de la Paz y de la Unidad. En Él se concentra todo, Él es el conductor, es el que tiene la primacía en todo. En Él, el Padre ha puesto la plenitud de todas las cosas.

Pero esta realeza es en torno a la cruz: su trono es la cruz. No es una realeza de brillantes, de oro ni diamantes; la cruz es el lugar donde Cristo ejerce plenamente su reinado.

El viene a cumplir con su misión y dice algo fundamental. Él, no teniendo pecado, cargando sobre sus espaldas el pecado del mundo, sabiendo de aquellos que lo traicionaron, recibiendo la burla y el escarnio de los soldados romanos y de los jefes de aquél entonces, en la cruz, crucificado, Jesús dice una oración que no tenemos que olvidar jamás, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”

En esa cruz, ese Rey, en ese trono de dos maderos, Cristo muriendo por nosotros todavía pide el perdón para sus homicidas. El Señor nos muestra la grandeza y la plenitud de su misericordia.

Fijémonos: había dos ladrones, dos malhechores; uno que quiere salvarse a sí mismo y que busca su propio interés mezquinamente; en cambio el otro sale de su situación, comprende lo que le está pasando a Jesús y le pide que tenga piedad de él; y Jesús le dice “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”

Vemos como, la realeza de Cristo, el poder de Cristo, es un poder de servicio, un poder de amor, un poder de entrega, un poder de benevolencia, de misericordia, de reconciliación; no es despótico, no es vengativo, no es hiriente. ¡El Rey y Mesías, Jesucristo, perdona y salva; disolviendo la espiral del odio! Ya que el odio no construye ni en el presente y ni en el futuro; ofrece, con su perdón, la posibilidad de un nuevo futuro.

En estas fiestas, tenemos que volver a despertar -en el corazón de cada uno de nosotros- ¡su primacía!, ¡que Cristo esté presente; que presida nuestra vida; y volvemos a recordar al Señor que esté en mi vida, en mi corazón, en mi mente y en mis acciones.
Como Iglesia y con esta fuerza que Cristo nos da, todos tenemos que hacer más creíble la Iglesia y reconocer la primacía de El dentro de todos nosotros, de todos los que están cerca, de los que están lejos, de los indiferentes, de los que lo conocen, de los que lo ignoran y de aquellos que aún no lo conocen.

Por eso esta Fiesta de Cristo Rey nos tiene que llevar a vivir definitivamente su plenitud, pero con el perdón, con la entrega y con la misericordia. Nunca con el odio, nunca con la venganza, nunca con el resentimiento. ¡Nunca con la injusticia! ¡Sí con el amor, con la paciencia, con el perdón, con la reconciliación y con la perseverancia!

¡Que Cristo reine hoy en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestras comunidades y en el mundo entero!

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén


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