lunes, 25 de abril de 2011

MIGUEL ESTEBAN HESAYNE: SALUDO PASCUAL 2011




¡Feliz Pascua!, nos saludamos con alegría inmensa. Con razón, porque Pascua es Jesús muerto y resucitado- Toda vez que hacemos comunión con la muerte y resurrección de Jesús, vivimos (celebramos) la Pascua de Jesús, en nuestra historia personal.


Al saludar con un “feliz Pascua” nos auguramos lo mejor que nos puede acontecer: transformar nuestra existencia terrenal en una “pascua” El saludo de Feliz Pascua tiene resonancia de eterna felicidad… Felicidad que vamos logrando en el más acá, si transitamos tras la huellas de Jesús de Nazaret, cuya plenitud gozaremos en el más allá. Por eso, la vida cristiana es búsqueda del Dios de Jesús y nuestra preocupación fundamental ha de ser encontrar a Dios. Y el mismísimo Jesús nos lo ha dicho: Yo soy el camino…quién me encuentra, encuentra a mi Padre (Jn.14.). La vida cristiana entonces es vida pascual… porque Jesús es nuestra Pascua.

¿Vivimos distraídos perdiendo la auténtica felicidad, perdidos en simples espejismos? Volvamos a Jesús y leamos su testamento que deja en vísperas de su Muerte en Cruz. Con la inmensidad de su amor a su Padre-Dios y a la humanidad entera, en la última Cena nos deja lo que hoy llamamos Misa o Eucaristía.

La Misa, no un es rito para cumplir un culto religioso. Es la Pascua de Jesús, es la comunión con su muerte y resurrección de Jesús. Es el acontecimiento pascual de Jesús presente, a través del tiempo del espacio, toda vez que un hombre común…sin importancia alguna, pero ordenado por Jesús a través de su Iglesia (sacerdote católico) celebra la Misa. La Pascua de Jesús se hace Pascua para nosotros hasta que llegue la plenitud de la historia humana en el acontecimiento final de la historia humana: la plenitud del Reino, Jesús resucitado en su triunfo definitivo junto al Padre Dios

Por eso, que el saludo de Feliz Pascua, en clave de Fe Cristiana, es un grito de alegría por el triunfo de Jesús y en El nuestro triunfo. Es una expresión de acción de gracias al amor de Dios que ha cumplido la promesa de que nos ha envía a su propio Hijo, hecho uno de nosotros en las entrañas de una mujer, la joven judía de Nazaret, no para condenarnos sino para salvarnos…Es la aceptación gozosa del proyecto de Dios de devolvernos la felicidad de la existencia humana perdida en Adam y recuperada con creces por la Pascua de Jesús a nuestro alcance personal y comunitario en cada Misa.

Por lo mismo, el saludo Pascual es una aclamación de opción de vida en seguimiento a Jesús para vivir sus enseñanzas a nivel personal, familia, social y político. Esta opción por Jesús y su Evangelio es nuestra Fe Cristiana que se hace historia humana cada vez que participamos de la Misa para morir al egoísmo de la injusticia y la violencia transformándonos en ciudadanos de un reino de solidaridad fraterna, miembros de la familia de Dios. No es sueño ni una ilusión religiosa. Es la posibilidad real de un mundo nuevo por el poder de la Pascua de Jesús que se nos ofrece en cada Misa y lo vamos haciendo realidad por el compromiso bautismal personal.

Los católicos sabemos, a la luz de la Fe Pascual, que la recreación de la sociedad argentina pasa por el compromiso de los bautizados coherentes con su Fe Pascual. Por eso, en la Vigilia Pascual renovamos nuestros compromisos bautismales y en cada Misa celebrada y participada con la intención pascual de Jesús, está a nuestro alcance el mismo poder de Dios re-creador del Hombre Nuevo. Vayamos a Misa no para cumplir con una ceremonia religiosa sino para transformarnos en discípulos de Jesús y testigos constructores de un mundo nuevo en una convivencia justa en fraterna solidaridad.

Con el saludo pascual, asumamos la responsabilidad de constructores de la Nueva Civilización del Amor, con sello de auténtica argentinidad. Pensar a nivel nacional y obrar en la dimensión personal que nos sea posible, con el pensamiento de Jesucristo (1).

( ) Recomiendo tener en cuenta que Jesús reúne discípulos para transformarlos en testigos de su Evangelio Cfr. Hechos de los Apóstoles Cap. 1. y el Documento Aparecida.



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