sábado, 2 de abril de 2011

MORIR CON DIGNIDAD



Seamos consecuentes, ¿en qué se cifra la dignidad: en la vana felicidad, en el lucro, en la funcionalidad, en las relaciones interpersonales, en la utilidad, en la consciencia, en qué?

Por Vicente Franco Gil


Aceleradamente se aprobó la “ley de la muerte digna” en Aragón en el último Pleno de la vigente legislatura. Cuando las sensiblerías dan paso a la irracionalidad y encumbran el materialismo adoctrinador, entran en escena las decisiones erráticas.

Seamos consecuentes, ¿en qué se cifra la dignidad: en la vana felicidad, en el lucro, en la funcionalidad, en las relaciones interpersonales, en la utilidad, en la consciencia, en qué?

La dignidad humana no la puede sintetizar el propio ser humano, pues éste, desde la base de su imperfección congénita, nunca se puede declarar su juez. El sufrimiento, en sus más diversas facetas, es inmanente a la vida y no por ello se debe legitimar matar a persona alguna.

Acompañar en la muerte a nuestros semejantes sin obstinaciones, ni arteras manipulaciones ni comedidas alternativas, eso es integridad, una conducta limpia y virtuosa.

Las personas no somos objetos ni parámetros estadísticos, y en el sufrimiento podemos encontrar un valor trascendente. No creo que una sociedad en la que primen los criterios economicistas por encima de la esencia de la condición humana pueda prosperar.



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