miércoles, 15 de marzo de 2017

ISLANDIA: PRIMER PAÍS SIN NACIMIENTOS SÍNDROME DE DOWN: EL 100 % SON ABORTADOS



Por Juanjo Romero

En Irlanda hay una apuesta decidida para impulsar el aborto. Para ir roturando el terreno se estableció en 2016 la Asamblea Ciudadana, un órgano consultivo, sucesora de la Convención Constitucional, que tiene como objetivo «producir» informes que después sean tratados en el Parlamento para modificaciones constitucionales.

La intervención del Dr. Peter McParland, obstetra del 'National Maternity Hospital', dejó en estado de shock a los asistentes adelantándoles el «futuro» que espera a la isla de seguir el camino emprendido, acabarían como sus vecinos islandeses y soltó el dato:

En Islandia, todos los bebés –el 100% de los diagnosticados—con Síndrome de Down es abortado.

Es difícil apreciar el horror de esa afirmación: es el primer país que se jacta de ‘erradicar’ el Síndrome de Down: «no ha habido un solo nacimiento de bebé con Síndrome de Down en los últimos cinco años», afirmó el doctor.

No es que se haya encontrado una cura o un tratamiento, simplemente se les elimina. Dinamarca aprieta el paso, y pronostica que en 10 años conseguirá el mismo objetivo que Islandia. En USA el 85% (en estudios basados en casos hospitalarios o el 67% en media ponderada) y en el Reino Unido el 90% de los bebés diagnosticados con Síndrome de Down son abortados.

En España ya en 2008 el 95% era eliminado en el seno materno. En 1992, el filósofo Julián Marías profetizó la gravedad:

Por esto me parece que la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo que se va acercando a su final.

No es difícil imaginarse la «solución» a las consecuencias sociales de otros ‘problemas’ como la pobreza, la vejez, la enfermedad: eliminación del pobre, del anciano, del enfermo. Es pura coherencia. Aborto y eutanasia, también de niños pequeñitos si el problema no se detectó en el embarazo, son sólo dos herramientas.

Vivimos en tiempos en el que aparecen movimientos sociales y políticos que quieren salvar la «civilización occidental» en Europa y Norteamérica de la barbarie. ¿Civilización? Conmigo que no cuenten.

Dios quiera que a esas familias que se encuentran con la noticia de que su bebé tiene trisomía 21, les faciliten también la información que en 2011 publicó la ‘American Journal of Medical Genetics‘ dando cuenta del impacto en las familias de su hijo síndrome de Down.

No me resisto a volverla a publicar: el 99% de los síndrome de Down son felices con sus vidas.

El Dr. Brian G. Skotko coordinó el equipo que entrevistó a 2.400 padres sobre la relación con su hijo síndrome de Down, de los resultados puedo dar fe personalmente:

el 99% declaró que amaba a sus hijos,

el 97% que se sentían orgullosos de ellos,

el 79% que veían la vida de un modo mucho más positivo «por su culpa»,

el 5% se avergonzaba de ellos y

el 4% se arrepentía de haberlos tenido.


En un segundo estudio se entrevistó a los hermanos, 822, y la cosa va por la misma línea: casi todos los hermanos consideraban la relación con su hermano Síndrome de Down positiva y estimulante. 

El 88% de los hermanos mayores declaró que gracias a ellos eran mejores personas, más del 94% se sentían hermanos orgullosos. También puedo dar fe de ello.

Pero hay un tercer estudio más sugerente y sobre el que no había hablado; no quiero que me acusen de ocultar datos: qué opinan los propios síndrome de Down de sí mismos.

De las 284 personas con síndrome de Down mayores de 12 años que fueron encuestados, la autopercepción es:

casi el 99% indicó que son felices con sus vidas,

al 97% le gusta ser lo que son, y

el 96% le gusta cómo se veían.


En cuanto a las relaciones familiares, la otra cara de la misma moneda:

casi 99% de las personas con síndrome de Down expresa amor por sus familias, y

el 97% «adora» a sus hermanos y hermanas.


Los que tenéis hijos ya mayores os podéis hacer una idea de lo que representan estos números. Claro, que en este caso tengo que reconocer que hacen trampas, ¡¡es tan difícil no quererlos!!

Lo siento Islandia, lo siento Dinamarca, lo siento España, lo siento… «civilización occidental».

Infocatolica


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