miércoles, 4 de junio de 2025

4 DE JUNIO: SAN FRANCISCO CARACCIOLO, FUNDADOR


4 de Junio: San Francisco Carácciolo, fundador

(✞ 1608)

El fervorosísimo sacerdote, San Francisco Carácciolo, nació en un lugar llamado Santa María, de la diócesis de Trivento del reino de Nápoles, y fue hijo de nobilísimos y cristianismos padres.

Desde sus primeros años se mostró tan compasivo con los pobres, que cuando se sentaba a la mesa para comer, dejaba a un lado el plato que más le gustaba y se lo llevaba a los pobres.

Siendo ya mayor de edad se inclinó por las armas, y aprendió los ejercicios militares propios de los caballeros de su tiempo; más como se viese acometido por una maligna dolencia que le cubrió de pies a cabeza con una lepra asquerosísima, y redujo toda su hermosura y gentileza a un disforme esqueleto, ofreció a Dios que si le restituía la salud, abrazaría el estado religioso.

Mientras estaba haciendo esta resolución, se sintió inundado de una venida tan copiosa de lágrimas que le embargaba la voz, le dejó suspenso, y luego, vuelto en sí, como si despertara de un dulce sueño, se halló fuera de todo peligro, y en pocos días se vio bien y sano.

Aprendió las letras humanas y divinas, y habiéndose ordenado sacerdote, celebró su primera Misa con asistencia de la nobleza más distinguida de Nápoles; y fue este acto de gran ternura y edificación.

Juntándose después con Don Agustín Adorno y Don Fabricio, fundaron la nueva orden de clérigos, que el sumo sacerdote Sixto II quiso que se nombrase como Clérigos Menores; y habiendo fallecido el padre Agustín Adorno, primer general, fue elegido nuestro Francisco que era cofundador, más a los seis años de su gobierno logró con sus muchos ruegos, dejar su oficio.

Entonces se dio a una vida tan santa como admirable: porque escogió como su habitación un rincón debajo de la escalera de la casa, estrecho, oscuro y guarnecido de calaveras, que más parecía sepulcro de muertos que habitación de vivos.

Allí estaba recluso, todo el tiempo que le sobraba de los actos de comunidad, absorto en la contemplación de las cosas celestiales.

Pasaba las noches en la iglesia velando en oración, donde le vieron varias veces en éxtasis con los brazos en cruz.

Finalmente habiendo tenido revelación de su muerte, y sintiéndose abrazado de una grave fiebre preguntó al enfermero que le asistía:

-En qué día estamos

Y le respondió:

- En martes 3 de junio, ante víspera del Corpus.

Dijo Francisco:

- Pues según eso, mañana saldré de este mundo

Y al día siguiente, recibidos con gran devoción los Sacramentos, plácidamente expiró.

Luego, su cadáver comenzó a despedir una suavísima fragancia, y estuvo en el féretro tres días para satisfacer a la devoción del pueblo, después de los cuales, determinaron embalsamarle para transportarle a Nápoles y en ese momento, hallaron que tenía ceñido un áspero cilicio.

Reflexión:

No es menester vivir como este santo en una celda pobrísima, oscura y llena de calaveras, pero es gran desatino pensar que hemos venido a este mundo para tener nuestro cielo en la tierra, y pasar la vida conforme a la ley de nuestros gustos y antojos. Hemos de morir. Y si hemos de morir, no ha de caerse jamás de nuestra memoria el saludable recuerdo de la muerte. ¿Qué provecho ha sacado de todas las riquezas, honras y placeres de su vida, el que termina con una mala muerte? ¿Y qué daño recibe por todos sus contratiempos, el que la acaba con una santa muerte? En eso está todo el gran negocio de la vida mortal del hombre: en morir bien.

Oración:

Oh Dios, que ilustraste al bienaventurado Francisco, fundador de una nueva Orden, con el amor por la oración y por la penitencia, concede a tus siervos, que imitando su ejemplo, perseveren en la oración y tomen la rebeldía de su cuerpo para merecer la gloria celestial. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.



martes, 3 de junio de 2025

LA MALA MUERTE DE BERGOGLIO, Y PRÉVOST ELEGIDO DOS VECES

En el Vaticano, rara vez se puede verificar la verdad. Y a menudo, precisamente por eso, la duda es la única cosa creíble.


El periodista Luigi Bisignani Carpano escribió en Il Tempo el 1 de Junio que la versión oficial de la muerte de Jorge Bergoglio era falsa.

Luigi Bisignani es un conocido y controvertido escritor italiano famoso por su conocimiento privilegiado del Vaticano. Sin embargo, también se ha visto envuelto en grandes escándalos políticos, como el caso de la “Logia masónica Propaganda Due” en 1981 y el “caso Enimont” (financiación ilícita de partidos políticos) en la década de 1990.

El Vaticano ofreció dos versiones diferentes sobre la muerte de Bergoglio. Según la Oficina de Prensa de la Santa Sede, él murió a las 07:35 hrs del 21 de Abril de 2025 en su habitación de Santa Marta.

Sin embargo, Bisignani afirma que la crisis comenzó antes del amanecer y empeoró rápida e irreversiblemente. Al parecer, el enfermero personal de Bergoglio, Massimiliano Strappetti, intentó en vano llevarlo al hospital Gemelli. “El Papa no debe morir”, repetía al parecer como una letanía.

Según Bisignani, Bergoglio murió sin sacramentos, en una silla de ruedas, en el ascensor de Santa Marta entre la segunda planta y la planta baja:
“El cuerpo, con el rostro y las manos arrugadas, quizá por el dolor, fue llevado discretamente a la habitación papal, donde fue recompuesto. Manos cruzadas, frente serena. O al menos así debía parecer. La tanatopraxia —el tratamiento para la preservación temporal del cuerpo— hizo el resto. El anuncio oficial se hizo solo dos horas más tarde, a las 9:47, con voz solemne del Camarlengo, el cardenal Kevin Farrell, flanqueado por Parolin, Peña Parra y Monseñor Ravelli. Pero en esas dos horas, la “escena” ya había sido, como se suele decir, 'asegurada'”.
Sobre el cónclave, Bisignani escribe que existe el rumor de que Riggitano-Prévost ya había sido elegido “papa” por la mañana, pero solicitó una segunda votación, “más ceremonial”, por la tarde. Aprovechó las horas para regresar a Santa Marta y escribir el discurso de “paz desarmada y desarmante” para la logia. Y después con sorna:
“Quién sabe si quien desmienta estos rumores será pronto la verdadera y probable nueva estrella de la comunicación, Valentina Alazraki Crastič, periodista de televisión mexicana [corresponsal vaticana de N+ Noticias, antiguo Noticieros Televisa, N. del T.], que pronto ocupará el lugar de ese trío apocalíptico [Matteo] Bruni, [Andrea] Tornielli y [Paolo] Ruffini”.
Sin embargo, el propio Bisignani añade: “Sólo el Cielo sabe si todo esto es cierto. Pero en el Vaticano, como bien sabemos, la verdad rara vez se puede verificar. Y a menudo, precisamente por eso, la duda es la única cosa creíble”.
 

UN HOMBRE, DOS IDENTIDADES

Cómo Salvatore Giovanni Riggitano (el abuelo del falso papa) cambió su nombre y vivió su vida como John R. Prevost.


Publicamos un trabajo de investigación compilado por Ana Beckwith, Hitesh Dasari, Lena Derksen, Ethan Ellis, Katie Goodwin, Hailey Hillier, Jennifer LaFollette, Mitchell Lewis CG, Sean Meyer, Nicolás del Pino, Frank Santoro, Willem Vermeulen, Matthew Wheeler, Laith White, Ryan Zaken y algunos miembros que desean permanecer en el anonimato.

Este informe demuestra que John R. Prevost, el abuelo paterno del “papa” León XIV, nació como Salvatore Giovanni Riggitano en Milazzo, Sicilia, el 24 de junio de 1876.

Numerosas pruebas apoyan esta conclusión, como sus fechas de nacimiento idénticas, sus carreras paralelas como profesores de idiomas y el linaje directo entre la “Escuela Riggitano” y la posterior “Escuela Riggitano-Prevost”.

Una confirmación adicional procede de un escándalo de 1917 en el que está implicada una mujer francesa, Suzanne Fontaine, que más tarde aparece como esposa de John Prevost. Su hijo, John (Jean) Prevost, nació poco después y aparece con la familia en los registros estadounidenses con el apellido Prevost.

La desaparición de Salvatore de los registros estadounidenses coincide precisamente con la aparición de John Prevost en Estados Unidos.

Además de resolver esta identidad, el informe documenta tres generaciones de ascendencia extendida desde Milazzo, rastreando la familia Riggitano hasta Santo Riggitano (nacido en 1824) y Maria Alioto. Utilizando los registros civiles de Portale Antenati, FamilySearch y los registros vitales de EE.UU., el informe detalla los nacimientos, matrimonios y fallecimientos de los descendientes de Santo. Estos registros proporcionan una visión completa del linaje paterno del “papa”, situando a su familia en contextos históricos y migratorios más amplios.

El “papa” León XIV nació como Robert Francis Prevost el 14 de septiembre de 1955, hijo de Louis Prevost y Mildred (Martinez) Prevost (1). Su padre, Louis, nació el 28 de julio de 1920 en Chicago, Illinois, hijo de John R. Prevost y Suzanne (Fontaine o Fabre) Prevost (2). Excluyendo su partida de nacimiento, el primer registro conocido de Louis Prevost aparece en 1942, cuando se inscribió en el servicio militar obligatorio de la Segunda Guerra Mundial. En su tarjeta de reclutamiento figuraba su padre, John Prevost padre, como contacto de emergencia. Por aquel entonces, Louis vivía en el 5465 de Ellis Avenue, en Chicago (Illinois), y trabajaba en el Central YMCA (3). Esta tarjeta de reclutamiento es uno de los pocos registros que arrojan luz sobre los primeros años de vida de Louis.

Podemos rastrear a la familia en el Censo de EE.UU. de 1950 buscando a “John Prevost” en esta dirección de Ellis Avenue, donde vivía a sus 73 años de edad, con su esposa Suzanne L. (nativa de Francia), y su hijo John C. Prevost, nacido en 1917 en Nueva York. En el censo aparece John R. Prevost como “profesor de lenguas romances en una escuela privada de idiomas”, mientras que su hijo John C. figura como profesor de francés en la Universidad de Chicago (4).

Para más información sobre John R. Prevost, consúltense los archivos NUMIDENT de la Seguridad Social, donde figura como fecha de nacimiento el 24 de junio de 1876 y como fecha de defunción el 22 de mayo de 1960 en el condado de Cook, Illinois. Su esposa, Suzanne Prevost, figura como informante en el certificado de defunción, que registra la misma fecha de nacimiento. Fue enterrado en el cementerio Evergreen Park. Su padre fue registrado como John Prevost; su madre fue registrada como desconocida (5).

Historia de la familia Prevost

La primera mención del apellido Prevost aparece en los certificados de nacimiento de Louis Prevost (1920) y del hermano de éste, John C. Prevost (1917). Sus padres figuran como John R. Prevost y Suzanne Fabre. Sin embargo, otros registros indican que el apellido de ella es Fontaine (6). Los intentos de localizar un registro matrimonial de John Prevost y Suzanne Fabre fueron infructuosos. No aparece ningún registro de este tipo en las principales bases de datos genealógicas, como Ancestry, FindMyPast, FamilySearch, ni en los archivos de periódicos y registros locales disponibles.

La familia Prevost resulta difícil de rastrear en los registros censales de EE.UU. anteriores a 1950. Dado que John C. Prevost nació alrededor de 1917, cabría esperar encontrar a la familia en los censos de 1920, 1930 y 1940. Sin embargo, las búsquedas de la familia Prevost no arrojan resultados relevantes, como tampoco lo hacen las búsquedas de individuos con nombres, años de nacimiento o lugares de nacimiento similares. En consecuencia, no existe documentación clara sobre la convivencia de la familia Prevost antes de 1950. El primer registro indiscutible de la familia Prevost es la tarjeta de inscripción en el servicio militar de 1940 de John C. Prevost (7).

La conexión Riggitano

Si se busca “Prevost” en los periódicos de Chicago, se obtienen muchos resultados sobre la “Escuela Riggitano-Prevost, especializada en artes e idiomas (8). Cabe destacar que John R. Prevost era profesor de lenguas romances, como aparece en el censo de 1950 (9). La investigación sobre la “Escuela Riggitano-Prevost” dio como resultado una “Escuela Riggitano” anterior, llamada así por Salvatore Riggitano, también profesor de lenguas romances (10). Una investigación más detallada sobre Salvatore Riggitano nos llevó a descubrir un registro de reclutamiento para la Primera Guerra Mundial de un tal “Salvatore Giovanni Riggitano”, que indicaba una fecha de nacimiento del 24 de junio de 1876 (11). 


Esta fecha es idéntica a la que figura en el certificado de defunción y la solicitud de seguridad social de John Prevost (12). Dadas las grandes similitudes entre los detalles clave de las vidas de ambos hombres y la escasez de registros de los primeros años de vida de John Prevost, decidimos investigar si John R. Prevost y Salvatore Riggitano eran la misma persona.

“Escuela Riggitano-Prevost”

Salvatore Giovanni Riggitano, fundador de la “Escuela de Idiomas Riggitano-Prevost”, era muy conocido a través de los anuncios de los periódicos como “Signor Riggitano” o “Profesor Riggitano”. Nacido en Italia, hablaba con fluidez francés, italiano y español, y se convirtió en una figura destacada de la enseñanza de idiomas en el Medio Oeste (13).

Su carrera docente en Estados Unidos comenzó en 1906 en la Felt School of Music, donde impartía cursos de francés e italiano (14). En 1907 ya había sido nombrado profesor de español en el Quincy High School, elogiado por utilizar el método de la “Scuola di Firenze” desarrollado en Florencia (15). Amplió su labor a los conservatorios, incluido el Quincy Conservatory of Music, y pronto empezó a ofrecer clases en múltiples ciudades, entre ellas Keokuk, Burlington y Galesburg (16).

En 1910, llevó su método a Chicago, donde el Chicago Tribune publicó anuncios del “Método Riggitano”, que impartía personalmente el profesor Riggitano (17). Su innovador enfoque llamó la atención y, en 1922, fundó oficialmente la “Escuela Riggitano de Idiomas” en el 306 S. de la avenida Wabash y el 75 E. del bulevar Jackson, que ahora forma parte de la Universidad DePaul (18). La escuela volvió a aparecer en el directorio de la ciudad de Chicago de 1923 (19).

A medida que crecía el éxito de su método, Riggitano amplió su enseñanza a otros lugares, como Hammond, Indiana, donde enseñaba francés parisino y estaba afiliado al Chicago Piano College (20). Su reputación dio lugar a testimonios de antiguos alumnos y a menciones en publicaciones como The Italians in Chicago: A Study in Americanization (Los italianos en Chicago: un estudio sobre la americanización), donde aparecía como un conocido educador en el Kimball Building (21).

En 1934, la escuela fue rebautizada como “Escuela Riggitano-Prevost”, que seguía funcionando en Kimball Hall (22). Dada su activa presencia en Chicago y los estados vecinos, es probable que su singular método de enseñanza dejara un impacto duradero en los estudiantes de la región.

El 14 de abril de 1914, Salvatore Giovanni Riggitano se casó con Daisy Hughes en la iglesia baptista Immanuel de Chicago (23). Salvatore Riggitano y Daisy Hughes aparecen viviendo juntos en el censo de 1920, pero no tienen hijos (24).

Sin embargo, en 1917 estalló un escándalo en Quincy, Illinois, cuando Daisy Riggitano solicitó la detención de su marido, Giovanni Riggitano, junto con una joven llamada “Suzana Fountan”, acusándoles de estar “ilícitamente mezclados”. Ambos fueron detenidos en casa de Vincent Cento, cuñado de Giovanni. Aunque Suzana se describía como una persona con una buena educación tanto en italiano como en inglés, supuestamente fingió tener conocimientos limitados de inglés cuando los agentes le ordenaron que regresara a Chicago (25).


Investigaciones posteriores revelaron que la verdadera identidad de Suzana era Suzanne Louise Marie Fontaine, una inmigrante francesa que partió de Le Havre, Francia, el 22 de marzo de 1915 y se estableció en la ciudad de Nueva York (26). Según el censo del estado de Nueva York de 1915, había estado viviendo en el Jeanne D’Arc Home for Friendless French Girls (Hogar Jeanne D'Arc para niñas francesas sin amigos) (27). El artículo que detalla el escándalo también proporciona más contexto sobre la presencia de Suzanne en Illinois.

[Vincent Cento] dice... Suzana Fountan es una mujer culta, lingüista, profesora de idiomas, miembro de una espléndida familia en su tierra natal... llegó a Chicago y se encontró con [Giovanni Riggitano], a quien conocía... y mencionó el nombre de Vincento Cento... Suzana decidió visitar a Cento...

Cento negó las acusaciones de Daisy, alegando que había habido un malentendido, y dijo que Suzanne estaba “conmocionada” por las acusaciones. Expresó su confianza en que tanto Suzanne como Giovanni serían absueltos. Los dos fueron puestos en libertad bajo fianza y regresaron a Chicago para defenderse (28).


Apenas dos meses más tarde, en mayo de 1917, una mujer llamada Suzanne Fontaine, que ahora figuraba como gobernanta, abandonó Toronto (Canadá) con destino a Detroit (Michigan). Su único contacto era Eugenie Schindeler, una enfermera que vivía en el 1223 de la calle Fifth de Detroit (29). El 22 de julio de 1917, Suzanne Fontaine y un hombre identificado como “Jean Prevost” tuvieron un hijo llamado Jean Centi Prevost en Lackawanna, Nueva York. El registro, indexado en Archive.org y publicado por los investigadores en Geneanet, indica que el nacimiento tuvo lugar en un hogar para madres solteras. La ocupación del padre figuraba como “Instructor” (30).

Cronología y desaparición de Prevost

En su solicitud de naturalización de 1927, Daisy declaró que no sabía dónde estaba residiendo Salvatore (31). La última mención directa de Salvatore Riggitano en un periódico es de febrero de 1930 (32). También se le menciona en un libro en 1935 (33). Cabe destacar que la primera transición de la “Escuela Riggitano” a la “Escuela Riggitano-Prevost” es de 1934 (34). Después de 1935, no se encuentra ninguna mención de Salvatore Riggitano.

Formulario de inscripción de extranjeros

Tras establecer suficientes pruebas circunstanciales en la saga de Riggitano-Prevost, los investigadores de Geneanet obtuvieron los expedientes de extranjería de Suzanne Fontaine y John Riggitano-Prevost. Los expedientes de extranjería son registros oficiales de no ciudadanos en Estados Unidos que documentan su comunicación con inmigración y departamentos oficiales del gobierno, como Aduanas y Protección de Fronteras. En el expediente de Giovanni Riggitano figuraba su alias, John Prevost, y se indicaba que su nombre en inmigración era “Salvatore Giovanni Riggitano Alioto”, y que trabajaba por cuenta propia en la “Escuela de Idiomas Riggitano Prevost”. Esta información, facilitada por el propio Prevost, confirma aún más que Riggitano y Prevost son el mismo hombre.

Conclusión sobre Riggitano

Las pruebas disponibles apoyan firmemente la conclusión de que John R. Prevost y Salvatore Giovanni Riggitano eran la misma persona. Ambos comparten exactamente la misma fecha de nacimiento -24 de junio de 1876- y fueron profesores de lenguas romances en Chicago con carreras centradas en la enseñanza privada de idiomas. La “Escuela Riggitano”, fundada por Salvatore, pasó a denominarse posteriormente “Escuela Riggitano-Prevost”, vinculando directamente ambos apellidos a la misma institución educativa. Este cambio se produjo poco después de la desaparición de Salvatore del registro público y coincide con la aparición de John Prevost en los documentos oficiales.

En apoyo de esta identificación, Salvatore Riggitano se vio envuelto en un escándalo en 1917 con una mujer francesa llamada Suzanne Fountan -más tarde revelada como Suzanne Fontaine- que posteriormente aparece como esposa de John Prevost. Su hijo, Jean (John) Prevost, nació pocos meses después del escándalo, y la familia resurge décadas más tarde como la “familia Prevost” de Chicago.

Además, en el formulario de registro de extranjeros figura explícitamente como “John Riggitano Prevost”, lo que vincula directamente ambos apellidos a un mismo individuo. La ausencia de registros de defunción, emigración o presencia continuada de Salvatore Riggitano después de la década de 1930, combinada con la aparición de John Prevost con idénticos rasgos, cronología y asociaciones, deja claro que John R. Prevost nació, de hecho, como Salvatore Giovanni Riggitano.


Salvatore Giovanni Gaetano Riggitano nació el 24 de junio de 1876 en la Via Ottaviano de Milazzo, una gran ciudad de la provincia de Mesina, en la costa norte de Sicilia, en el entonces Reino de Italia. Era el hijo menor de Santi Riggitano (1824-1898), funcionario judicial o del gobierno (usciere) y Maria Alioto (1834-después de 1908) (35). Sus padres se casaron en 1853 y ambos eran hijos de familias de clase media/alta: El padre de Santi era empleado en una oficina gubernamental y el padre de Maria era comerciante (36). Salvatore recibió su diploma en idiomas, historia y matemáticas el 22 de febrero de 1895. Tras licenciarse, entró al servicio del gobierno italiano en relación con los tribunales civiles. En la enseñanza de lenguas modernas, utilizaba el método de la Scuola di Firenze (37).

Salvatore Riggitano llegó a Nueva York procedente de Milazzo el 5 de junio de 1903 (38). Poco después de su llegada, viajó de Nueva York a Quincy, Illinois, para reunirse con la Sra. V. Cento, su hermana, que vivía en el 934 de Maine Street. Un periódico local informó de su llegada el 9 de marzo de 1904 y comentó la posibilidad de que “John Riggitano” se quedara (39). La información del periódico era correcta: entre 1904 y 1907, John estuvo matriculado en el St. Francis Solanus College de Quincy, Illinois, y en los registros consta que era italiano (40). Sin embargo, la compra en 1904 de un terreno en Chicago sugiere que pudo haber abandonado temporalmente Quincy durante este periodo (41).

Poco después, la carrera de John Riggitano empezó a despegar. El 17 de octubre de 1906, el Quincy Daily Herald publicó una breve noticia sobre la contratación de un nuevo profesor, el signor Riggitano, “para enseñar francés e italiano” (42). Poco después, el 5 de septiembre de 1905, el signor Riggitano fue nombrado profesor de español del Quincy High School (43).

En 1908, Riggitano aparecía en el directorio de la ciudad de Quincy, Illinois, como profesor del Conservatorio de Música de Quincy. Vivía en la misma calle en la que su hermana, la Sra. V. Cento, había vivido unos años antes en 836 Maine Street (44). Por aquel entonces, cuando su carrera iba viento en popa, el joven profesor Riggitano se comprometió con una joven llamada Frances Christ, que lamentablemente falleció en marzo de 1908. La señorita Christ era música en el Conservatorio de Música, donde también trabajaba Riggitano (45).

Al otro lado del río, a casi 36 millas de distancia, Riggitano vio una nueva oportunidad: expandir sus enseñanzas a Keokuk, Iowa. Aquí es donde aprendemos su nombre de nacimiento: Giovanni Riggitano, profesor de italiano, francés y español. El 24 de noviembre de 1908, Giovanni fue citado en Keokuk, Iowa, “pasando unos días” fuera del Conservatorio de Música de Quincy para enseñar a los residentes locales cada semana (46). Estas clases semanales continuaron hasta bien entrado 1909, ya que Giovanni Riggitano publicaba regularmente anuncios en el periódico de Keokuk. Ese año, su lugar de atención se trasladó al Conservatorio de Música Bruhl, y se le citaba dando clases en la zona de Fort Madison por 1 dólar la lección (47). En el verano de 1910, también daba clases en Galesburg, Illinois; Burlington, Iowa; y Keokuk, Iowa (48). En ese momento, Giovanni había perfeccionado sus métodos de enseñanza y había puesto la vista en un nuevo horizonte: Chicago. En octubre de 1910, el Chicago Tribune publicaba anuncios del “Método Riggitano”, impartido por el “Prof. Riggitano en persona” en el 239 S. Wood Street (49).

Giovanni Riggitano apareció en su primer registro del Censo de los Estados Unidos en 1910. Figuraba como inquilino, nacido en Italia, que había emigrado en 1904 y vivía en Fort Madison, condado de Lee, Iowa, en el hogar de John y Mary A. Ballard. Su ocupación (profesor de idiomas) es el primer indicio de una carrera que pronto se convertiría en una sensación local (50).

El 19 de febrero de 1913, Giovanni había adquirido suficiente notoriedad como para ser invitado al Congreso de Illinois a leer un capítulo de Francesco en italiano el Día de la Madre (51). Habiendo pasado tanto tiempo enseñando en Iowa, no es de extrañar que acabara conociendo y casándose allí con una joven. El 14 de abril de 1914, en la iglesia baptista Immanuel de Chicago, Salvatore Giovanni Riggitano se casó con Daisy Hughes, natural de Iowa (52). Su nuevo lugar de trabajo, la Spry School of Music de Chicago, estaba dirigida por Walter Spry, antiguo residente de Quincy, Illinois. Según un artículo de The Quincy Daily Herald, Giovanni fue contratado por el club “Lovers of Italy” para promover y fomentar la lengua italiana (53).


Notas:

1) Ward, Joe, Melody Mercado, Alex V. Hernandez, and Patrick Filbin. 2025. “Pope Leo XIV Named First American Pope —and He’s From Chicago” (El papa León XIV nombrado primer papa estadounidense, y es de Chicago). Block Club Chicago, May 12, 2025. https://blockclubchicago.org/2025/05/08/pope-leo-xiv-named-first-american-pope-and-hes-from-chicago

2) “Illinois, Cook County, Birth Certificates, 1871-1953”, FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:N736-NH3 : Wed Jan 15 12:23:53 UTC 2025), Entrada por Louis Lanti Omarius Prevost y Jean Lanti Prevost.

3) “Illinois, World War II Draft Registration Cards, 1940-1945", FamilySearch https://ident.familysearch.org/es/identity/login/?state=https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:QP4Y-1X7C?lang%3Des: Tue Apr 08 03:30:18 UTC 2025), Entrada por Louis Marius Prevost y Estudiantes, 16 Feb 1942.

4) “United States, Census, 1950”, FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:6X1V-92WR: Fri May 09 07:33:33 UTC 2025), Entrada por John R Prevost y Suzanne L Prevost, 10 April 1950.

5) “United States, Social Security Numerical Identification Files (NUMIDENT), 1936-2007”, FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:6K3T-NXRT: Sat Apr 26 03:43:54 UTC 2025), Entrada por John R Prevost.

6) “U.S., Social Security Applications and Claims Index, 1936-2007,” database, Ancestry (https://www.ancestry.com: acceso 14 May 2025) base de datos, entrada por John Centi Prevost, nacido el 23 de Julio de 1917, SSN 329246987; citando “Social Security Administration”.

7) “Illinois, World War II Draft Registration Cards, 1940-1945”, FamilySearch (https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:QPJP-T489: Tue Apr 08 02:26:14 UTC 2025), Entrada por John C Prevost y University Of Chicago Library, 16 de Octubre de 1940.

8) Newspapers.com (https://www.newspapers.com: 14 May 2025), 124 resultados, términos de búsqueda, palabra clave: “Riggitano-Prevost”, ubicación: Illinois

9) “United States, Census, 1950”, Entrada por John R Prevost y Suzanne L Prevost

10) Newspapers.com https://www.newspapers.com: 14 May 2025), 94 resultados, términos de búsqueda, palabra clave: “Riggitano School”, ubicación: Illinois

11) “United States, World War I Draft Registration Cards, 1917-1918”, FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:K6DF-J2D: Mon Apr 28 23:07:59 UTC 2025), Entrad por Salvatore Giovanni Riggitano, from 1917 to 1918.

12) Social Security Numerical Identification Files, entrada por John R. Prevost.

13) “Teaching in Chicago”, The Quincy Daily Herald (Quincy, Illinois), 12 de Septiembre de 1914, pagina 12, col. 5.

14) “Local News Stories Told in Sentences”, The Quincy Daily Herald (Quincy, Illinois), 17 Oct 1906, pagina 6, col. 7.

15) “Spanish in Schools”, The Quincy Daily Herald (Quincy, Illinois), 5 de Septiembre de 1907, pagina 3, col. 1.

16) Para sus clases en Keokuk, véase: “Keokuk’s Opportunity”, The Daily Gate City (Keokuk, Iowa), 24 de Noviembre de 1908, pagina 3, col. 5.

17) “Instruction”, Chicago Tribune (Chicago, Illinois), 8 de Octubre de 1910, pagina 19, col. 4.

18) “U.S., City Directories, 1822-1995”, Ancestry https://www.ancestry.com: acceso 14 de Mayo de 2025) > Illinois > Chicago > 1922 > Chicago, Illinois, City Directory, 1922 > image 384, pagina 738, columna 2, Giovanni Riggitano, 1534 306 S Wabash av Wab 5388.

19) “U.S., City Directories, 1822-1995”, Ancestry https://www.ancestry.com: accessed 14 May 2025) > Illinois > Chicago > 1923 > Chicago, Illinois, City Directory, 1923 > image 368, pagina 707, columna 4, Giovanni Riggitano, 1530 306 S Wabash av Har 9277.

20) “Interesting Teacher Comes to Hammond”, The Times (Hammond, Indiana), 5 March 1927, pagina 7, col. 1.

21) Giovanni E. Schiavo, The Italians in Chicago: A study in Americanization (Chicago: Italian American Publishing Company, 1928), Pagina 69.

22) “Neglected Education”, Chicago Tribune (Chicago, Illinois), 6 May 1934, pagina 50, col. 1.

23) “Illinois, Cook County Marriages, 1871-1969”, FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:N7ZS-X4S: Sun Jan 19 22:13:17 UTC 2025), Entrada por Salvatore Riggitano and Daisy Hughes, 14 Apr 1914.

24) “United States, Census, 1920”, FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:MJQB-LGY: Thu Jan 16 07:15:55 UTC 2025), Entrada por Salvatore Riggitano and Daisy Riggitano, 1920.

25) “Riggitano in Triangle”, The Quincy Daily Herald (Quincy, Illinois), 19 March 1917, pagina 3, col. 3-6.

26) “New York, Passenger Arrival Lists (Ellis Island), 1892-1925”, FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:JJWH-2QM: Fri May 09 18:28:49 UTC 2025), Entry for Suzanne Fontaine and Mrs Fontaine, 22 March 1915.

27 ) “New York, State Census, 1915” , FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:K92P-CMT : 2 June 2022), Susana Fontaine en entrada por Mary E Cosgrave, 1915.

28) “Riggitano in Triangle”, 19 March 1917.

29) Vermont, Franklin, St. Albans, Canadian Border Crossings, 1895-1954", FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:QKQS-CQDB: Mon Apr 28 23:55:25 UTC 2025), Entrada por Suzaine Fontaine, 1917.

30) Certificado de nacimiento para Jean Centi Prevost; Registro de nacimientos, Lackawanna County, New York, 1917, Registro No. B-516; Recibido del usuario de Geneanet usuario gntstarxivleon; Obtained from NARA.

31) “Illinois, District and Circuit Court Naturalization Records, 1856-1991”, FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:6BKG-19R5: Mon Apr 07 20:53:07 UTC 2025), Entrada por Mrs. Daisy Riggitano Formerly Daisy Hughes y Salvatore Riggitano, 23 Jun 1927.

32) “Radio Programs”, St. Louis Globe-Democrat (St. Louis, Missouri), 18 February 1930, pagina 24, col. 8.

33) Annual Summer Master School (Chicago: American Conservatory of Music, 1935), Pagina 11.

34) “Neglected Education”, Chicago Tribune (Chicago, Illinois), 6 May 1934, pagina 50, col. 1.

35) “Italia, Messina, Messina, Stato Civile (Tribunale), 1866-1939”, base de datos con imágenes, FamilySearch https://familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GTNK-HGJ?cc=1887904&wc=93L7-PTP%3A179052701%2C179298701: 20 May 2014), Milazzo > Nati 1866-1881 > image 1183 of 2072; Ufficio di Comune di Messina (Messina City Offices).

36) Portale Antenati, Atti di Matrimonio, Marriage of Santi Riggitano and Maria Alioto. Source: Archivio di Stato di Messina - Stato civile della restaurazione - Milazzo - 1853 - Matrimoni - Atto 67 - imagen 134 de 147 • pag. 134.

37) “In the Real Estate World”, Chicago Tribune (Chicago, Illinois), 7 September 1904, pagina 7, col. 3.

38) “New York, Passenger Arrival Lists (Ellis Island), 1892-1925”, base de datos con imágenes, FamilySearch https://familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-L16Y-1BF?cc=1368704&wc=4FMB-76T%3A1600272359: 26 January 2018), Roll 363, vol 634-634A, 2 Jun 1903-4 Jun 1903 > imagen 571 of 735; citando NARA microfilm publication T715

39) “City News”, The Quincy Daily Journal (Quincy, Illinois), 9 March 1904, pagina 5, col. 4.

40) Para el catalogo de 1904, ver: Catalogue of St. Francis Solanus College 1904-1905 (Quincy, Illinois: Cadogan-Hatcher Manufacturing Co. Printers, 1905), Pagina 36.

41) “In the Real Estate World”, Chicago Tribune (Chicago, Illinois), 7 September 1904, pagina 7, col. 3.

42) “Local News Stories Told in Sentences”, The Quincy Daily Herald (Quincy, Illinois), 17 Oct 1906, pagina 6, col. 7.

43) “Spanish in Schools”, The Quincy Daily Herald (Quincy, Illinois), 5 September 1907, pagina 3, col. 1.

44) “U.S., City Directories, 1822-1995”, Ancestry https://www.ancestry.com: accessed 14 May 2025) > Illinois > Quincy > 1908 > Quincy, Illinois, City Directory, 1908 > image 309, pagina 516, column 1, Giovanni Riggitano, tchr Q Conservatory of Music r 836 Maine.

45) “The News in a Nutshell”, The Quincy Daily Journal (Quincy, Illinois), 20 March 1908, pagina 8, col. 2.

46) “Keokuks Opportunity”, The Daily Gate City (Keokuk, Iowa), 24 November 1908, pagina 3, col. 5.

47) “Bruhl Conservatory of Music”, The Daily Gate City (Keokuk, Iowa), 7 August 1909, pagina 5, col.5.

48) “Giovanni Riggitano”, The Daily Gate City (Keokuk, Iowa), 8 July 1910, pagina 3, col. 6.

49) “Instruction”, Chicago Tribune (Chicago, Illinois), 8 October 1910, pagina 19, col. 4.

50) “United States, Census, 1910”, FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:MGMX-3HK: Sun Mar 10 17:05:01 UTC 2024), Entrada por John Ballard y Mary A Ballard, 1910.

51) “Teaching in Chicago”, The Quincy Daily Herald (Quincy, Illinois), 12 September 1914, pagina 12, col. 5.

52) “Illinois, Cook County Marriages, 1871-1969”, FamilySearch https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:N7ZS-X4S: Sun Jan 19 22:17 UTC 2025), Entrada por Salvatore Riggitano y Daisy Hughes, 14 Apr 1914.

53) “With the Club Women”, The Inter Ocean (Chicago, Illinois), 19 February 1913, pagina 4, col. 6.


Docs.Google - Traducción Diario 7

3 DE JUNIO: SANTA CLOTILDE, REINA DE FRANCIA


3 de junio: Santa Clotilde, Reina de Francia

(✞ 545)

Santa Clotilde, gloriosísima reina de Francia, fue hija de Chilperico, hermano menor de Gondebaldo, tirano rey de Borgoña que quitó la vida a él, a su mujer y a los demás hermanos suyos, por usurpar la corona.

En esta lamentable tragedia solo fueron perdonadas dos hijas de Chilperico, de las cuales una fue nuestra Santa Clotilde.

Se crió en la corte de su tío y aunque se hallaba entre herejes arrianos, el Señor le deparó quien la instruyese en las cosas de la verdadera Fe.

Por su extraordinaria hermosura, honestidad y discreción la pidió y la alcanzó por esposa Clodoveo, potentísimo rey de Francia.

Procuró ella a su vez ganar a su rey esposo para Jesucristo, persuadiéndole que dejase la vana idolatría, y aunque él prometía de hacerlo así, no lo acabó haciendo hasta que una gran necesidad y aprieto ablandó y rindió su corazón: porque en una batalla que libró contra los alemanes, siendo él muy inferior en fuerzas, levantó el corazón al cielo y dijo:

- El verdadero Dios de mi mujer Clotilde me valga.

Y habiendo conseguido la victoria no solamente se bautizó como había prometido, sino que también acabo de desterrar de su reino la idolatría y levantó en París la iglesia mayor de San Pedro y San Pablo, llamada después Santa Genoveva, y envió su real diadema, conocida hoy con el nombre de reino, al sumo pontífice Hormisdas, significándole por aquel presente que dedicaba su reino a Dios.

Muerto el rey, se retiró su santa esposa a Tours, donde pasó el resto de sus días en oraciones, vigilias, penitencias, y muchas obras de caridad y beneficencia propias de su magnífico y real ánimo.

Predijo el día de su muerte un mes antes que sucediese y en su última enfermedad llamó a sus dos hijos Childeberto, rey de París, y Clotario, rey de Soissons, y los exhortó con tantas palabras y maternal autoridad a mirar por la honra de Dios, a conservar entre sí la paz y concordia y hacer justicia y misericordia a los pobres.

Recibió después con tiernísima devoción los Sacramentos de la Iglesia, hizo pública profesión de fe y entregó su alma preciosa en las manos del Criador.

Su cadáver fue sepultado con el de su marido, el rey Clodoveo, en la iglesia de Santa Genoveva, e ilustró el Señor su sepulcro con muchos milagros.

Reflexión:

Bárbaro y gentil era el rey Clodoveo; y por las oraciones y piadosas instancias de Santa Clotilde dejó la vana idolatría y abrazó la fe de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Oh! ¡Cuánto valen y pueden delante de Dios las súplicas y lágrimas de una esposa, para alcanzar la conversión de su marido! Entiéndanlo bien las señoras que tienen el marido apartado de la religión y de la fe; porque si no cesan de rogar por él y de exhortarle con oportunos avisos, alcanzarán del Señor su conversión. En esto han de manifestarle principalmente su amor; porque ¿qué cosa más para sentirse y llorarse, que verse eternamente separados el uno del otro dos consortes, que mucho se amaban, por haberse salvado la mujer fiel y condenándose el marido infiel? Y ¿qué mayor ventura pueden desearle si de veras se aman, que la de poderse unir eternamente con los más dulces en inquebrantables lazos de amor en la gloria del paraíso, donde la esposa gozará de la vista y compañía de su esposo glorioso y el esposo de la regalada presencia y conversación de su esposa glorificada, sin temor alguno de que la muerte pueda separarlos jamás, ni de que tribulación alguna pueda menoscabar un punto de su gozo y felicidad beatífica.

Oración:

Óyenos, oh Dios, autor de nuestra salud, para que los que nos alegramos en la festividad de la bienaventurada Clotilde, seamos enseñados en el afecto de la piadosa devoción. Por Jesucristo nuestro señor. Amén.

lunes, 2 de junio de 2025

MUERTE DE FRANCISCO: ¿HA MENTIDO DE NUEVO EL VATICANO?

¿Cuándo murió Jorge Mario Bergoglio? Las informaciones hechas públicas no cuadran.


Según informó es.news, el 21 de abril, la página web del Vaticano publicó la siguiente afirmación, firmada por el profesor Andrea Arcangeli, jefe del Departamento de Salud e Higiene del Vaticano:
“Certifico que Su Santidad Francisco (Jorge Mario Bergoglio), nacido en Buenos Aires (Argentina) el 17 de diciembre de 1936, residente en la Ciudad del Vaticano, ciudadano vaticano, falleció el 21 de abril de 2025 a las 7.35 en su apartamento de la Domus Santa Marta (Ciudad del Vaticano)”.
Esta hora declarada de la muerte coincide con la dada por el cardenal Kevin Joseph Farrell, el Camarlengo, en su mensaje a las 9.47 horas, repetido más tarde por el director de la Oficina de Prensa, Matteo Bruni.

Más tarde se informó de que “el Papa Francisco se despertó a las 6 de la mañana y se encontraba bastante bien. A las 7 de la mañana cayó enfermo. Hacia las 7.30 murió de un derrame cerebral”, informaron Corriere.it y otros medios de propaganda, citando fuentes vaticanas.

Pero el 24 de abril apareció otra versión.

El profesor Sergio Alfieri, coordinador del equipo médico del hospital Gemelli y cirujano personal de Francisco, declaró a Corriere.it:
“El lunes a las 5.30 de la mañana, Massimiliano Strappetti (enfermero de Francisco) me llamó: 'El Santo Padre está muy enfermo, tenemos que volver al Gemelli'. Avisé a todo el mundo y veinte minutos después estaba en Santa Marta, pero parecía difícil creer que fuera necesaria la hospitalización. Entré en su habitación y tenía los ojos abiertos. Vi que no tenía problemas respiratorios, así que intenté llamarle, pero no respondió. No respondía a ningún estímulo, ni siquiera a los dolorosos. En ese momento me di cuenta de que no había nada que hacer, estaba en coma”.
El testimonio de Alfieri contradice la afirmación de que Francisco se despertó a las 6 de la mañana y no se encontraba bien. Por el contrario, Bergoglio estaba en coma en ese momento y no había nada que hacer salvo rezar.

Alfieri añadió que Francisco murió 'poco después', sin especificar la hora exacta. Sin embargo, 'poco después' difícilmente coincide con las 7.35 horas del anuncio oficial del fallecimiento.

Así es como VaticanNews.va (22 de abril) presentó los últimos momentos de Francisco:
“Hacia las 5:30 de la mañana, aparecieron los primeros signos de la repentina enfermedad, lo que provocó una respuesta inmediata de quienes velaban por él.

Aproximadamente una hora después, tras hacer un gesto de despedida con la mano al señor Strappetti, que estaba tumbado en la cama de su apartamento en el segundo piso de la Casa Santa Marta, el Papa entró en coma.

Según quienes estuvieron con él en sus últimos momentos, no sufrió. Todo sucedió rápidamente.

Su muerte fue discreta, casi repentina, sin grandes sufrimientos ni alarma pública, para un Papa que siempre fue muy reservado en cuanto a su salud”.

IGLESIAS DESCRISTIANIZADAS POR SILENCIAR A LA VIRGEN MARÍA

Algunos alegan que en el orden de la gracia les basta con Dios y con su enviado Jesucristo. Tal eliminación de la Virgen María es sumamente grave

Por el padre José María Iraburu


Dignare me laudare te Virgo sacrata. Concédeme alabarte, Virgen sagrada.

Da mihi virtutem contra hostes tuos. Dame fuerza contra tus enemigos.

(Liturgia de las Horas, Himno)


Recordemos antes que nada las tres verdades de fe dogmática sobre el misterio de la identidad de la Virgen María. Son los fundamentos principales para escribir sobre la devoción a la Madre de Dios.

1. MARÍA ES VERDADERAMENTE LA MADRE DE DIOS. Eso lo afirman las Escrituras. Gabriel: “El santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,35; Is 7,14; Gal 4,4). Y en Concilios: Éfeso 430: Si alguno no confiesa que Dios es según verdad el Enmanuel, y que por tanto, es la santa Virgen Madre de Dios (pues dio a luz carnalmente al Verbo de Dios hecho carne), sea anatema (Denzinger 252)- La mujer que, “por obra del Espíritu Santo”, engendró al Hijo de Dios es la Madre de Dios. XX siglos viene la Iglesia confesándolo la Liturgia, los Padres, los Santos, el pueblo cristiano (“Santa María, Madre de Dios”).

2. LA CONCEPCIÓN DE SANTA MARIA FUE INMACULADA. El papa Pío IX proclamó en 1854, en su bula Ineffabilis, que todos los fieles han de creer con firmeza que “Antigua por cierto es la piedad de los fieles cristianos para con la santísima Madre Virgen María, que sienten que su alma, en el primer instante de su creación e infusión en el cuerpo, fue preservada inmune de la mancha del pecado original, por singular gracia y privilegio de Dios, en atención a los méritos de su hijo Jesucristo, redentor del género humano” (Denz 2803)…. IneffabilisDios inefable… eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciese, en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sola ella se complació con señaladísima benevolencia”… (ib. 2800).

3. LA ASUNCION CORPORAL DE MARÍA A LOS CIELOS. El Papa Pío XII proclamó en 1950 la Constitución Dogmática Munificentissimus Deus, como dogma revelado por Dios, que “la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste”.

* * *

Nota previa. A la Virgen María, al menos en el resto de cristianos practicantes, sí se la nombra, aunque no tanto como hace tiempo, que estaba muy presente hasta en los nombres de mujer, hospitales, colegios, calles, novenas, congregaciones marianas, peregrinaciones, etc. El “se silencia” se refiere a que sí, se le cita a la Virgen, pero no se predica cuanto conviene sobre ella. Y no se puede amar mucho a una persona de la que se tiene muy escaso conocimiento. Nihil volitum quin praecognitum. Nada se quiere-ama con la voluntad si no se pre-conoce la persona, el objeto.

Hay muchos documentos pontificios sobre la Santísima Virgen María, Madre de Dios. Y entre los santos autores, San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716), Obras completas, especialmente el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen.

Maternidad gloriosa de la Virgen María

Madre de Cristo

El Hijo eterno de Dios “por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”. Éste es el más grande misterio de nuestra fe. Todos los demás derivan de éste.

En el Rito Romano de la Misa, se indica que al recitar esas palabras, tomadas de Credo de Nicea, sean acompañadas por una inclinación de todos. En este momento, yo sugiero lo mismo al lector que las lea ahora.

María, Madre de Dios

Próximamente, Dios mediante, dedicaré unos artículos a nuestro Señor Jesucristo, en los que presentaré más ampliamente este gran misterio de nuestra fe.

Madre de los cristianos

Jesús en la cruz dijo a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo [Juan]: He ahí a tu madre (Jn 19,26-27). Y sigue: “Desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”; o como podría traducirse más literalmente: “el discípulo la acogió entre los bienes propios”. Así pues, María, la Virgen Madre, pertenece a los bienes de gracia propios de todo discípulo de Jesucristo (Juan Pablo II, Redemptoris Mater 23-24.44-45). El concilio Vaticano II explicaba así este grandioso misterio:

María “es nuestra madre en el orden de la gracia” (LG 61). “Esta maternidad de María en la economía de la gracia perdura sin cesar desde el momento del asentimiento que prestó fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la consumación perpetua de todos los elegidos. Pues asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada” (62). Esta ha sido siempre la doctrina de la Iglesia.

Enseña San Pío X que se puede decir que María, llevando al Salvador en su interior, también llevó a todos aquellos cuya vida estaba contenida en la vida del Salvador. Por lo tanto, todos los que estamos unidos a Cristo, y como dice el Apóstol somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos (Efesios 5: 30), hemos salido del vientre de María como un cuerpo unido a su cuerpo. Por eso, aunque de manera espiritual y mística, todos somos hijos de María, y ella es Madre de todos nosotros. Madre, en verdad espiritualmente, pero verdaderamente Madre de  quienes somos los miembros de Cristo’ (San Agustín) (Enc. Ad diem illum, 1904).

Madre nuestra en la cruz

Tal era en el Calvario la unión de amor entre la Virgen María y su Hijo crucificado, que todos los sufrimientos físicos y morales que en la Cruz sufrió Jesús, los sufrió a sus pies su Santísima Madre Virgen. Y si Cristo Salvador nos dio la vida en su muerte, bien puede decirse que María, al pie de la Cruz, nos dio a luz con dolores de parto.

Pío XII enseña que Ha sido voluntad de Dios que, en la obra de la Redención humana, la Santísima Virgen María estuviese inseparablemente unida con Jesucristo; tanto, que nuestra salvación es fruto de la caridad de Jesucristo y de sus padecimientos, a los cuales estaban íntimamente unidos el amor y los dolores de su Madre (Enc. Haurietis aquas, 1956, n.36).

Madre en Pentecostés

Vino el Espíritu Santo cuando los Apóstoles “perseveraban unánimes en la oración, con algunas mujeres, con María, la madre de Jesús, y con los hermanos de éste” (Hch 1,14).

Madre en el cielo

Pablo VI, nada menos que en el Credo del Pueblo de Dios (1968,15), enseña que María “continúa en el cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo, por el que contribuye para engendrar y aumentar la vida divina en cada una de las almas de los hombres redimidos”. Por eso cuando oramos en el Avemaría pidiendo a la Virgen que ore por nosotros (ora pro nobis) debemos estar ciertos de que nos oye y ora por nosotros (ella ora pro nobis).

Por todo ello, los Santos Padres dieron a María el nombre de nueva Eva, pues ella, como la primera, y mucho mejor, es “la madre de todos los vivientes” (Gen 3,20). No es posible tener a Dios por Padre, sin tener a María por Madre... Pablo VI, con la alegría de toda la Iglesia, al terminar la tercera etapa del concilio Vaticano II, proclamó a María como “Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores” (21-XI-1964).

María, Mediadora de la divina gracia

La maternidad espiritual de María implica que ella es la dispensadora de la gracia divina. Jesucristo, ciertamente, es el único Mediador (LG 60); pero María, con todo fundamento, “es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora”, pues “la mediación única del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas diversas clases de cooperación, participada de la única fuente. La Iglesia no duda en confesar esta función subordinada de María, la experimenta continuamente y la recomienda a la piedad de los fieles, para que, apoyados en esta protección maternal, se unan con mayor intimidad al Mediador y Salvador” (62). También esta doctrina tiene, lo veremos ahora, una profunda tradición en la Iglesia.

­- Benedicto XIV dice que la Virgen “es como un río celestial por el que descienden las corrientes de todos los dones de las gracias a los corazones de los mortales” (Bula Gloriosæ Dominæ 27-IX-1748).

- Pío VII llama a María “dispensadora de todas las gracias” (Breve Quod divino 24-I­-1895). 

- León XIII enseña que “nada en absoluto de aquel inmenso tesoro de todas las gracias que consiguió el Señor, nada se nos da a nosotros sino por María, pues así lo quiso Dios” (Ep. Apost. Optimæ quidem spei 21-VII-1891). 

-San Pío X afirma que María, junto a la cruz, “mereció ser la dispensadora de todos los tesoros que Jesús nos conquistó con su muerte y con su sangre. La fuente, por lo tanto, es Jesucristo; pero María, como bien señala San Bernardo, es 'el acueducto'” (enc. Ad diem illum, 1904). 

- Pío XI afirma que la Virgen María ha sido constituida “admnistradora y medianera de la gracia” (enc. Miserentissimus Redemptor, 1928). 

- Pío XII dice que el Señor hizo a María “medianera de sus gracias, dispensadora de sus tesoros”, de modo que “tiene un poder casi inmenso en la distribución de las gracias que se derivan de la redención” (radiom. 13-V-1946). 

A esa maternal mediación de intercesión acuden siempre en el Avemaría, llevadas por el Espíritu Santo, las generaciones cristianas, que dicen una y otra vez: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros”.

Una enseñanza, como vemos, tan reiterada en la Iglesia ha de considerarse como una doctrina de fe: ciertamente María es para todos los hombres la dispensadora de todas las gracias.

La Virgen Madre, modelo de la Iglesia

Vaticano II: “La Virgen Santísima está íntimamente unida con la Iglesia. Como ya enseñó San Ambrosio, la Madre de Dios es tipo de la Iglesia en el orden de la fe y de la caridad, y de la unión perfecta con Cristo” (LG 63). –María es virgen y madre; y la Iglesia también lo es. –María, “creyendo y obedeciendo, engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre” (ib.), y así es como la Iglesia engendra a Cristo en la humanidad. –María concibió a Jesús aceptando en sí misma la Palabra que el Padre le ofreció; y la Iglesia “se hace también madre, mediante la Palabra de Dios, aceptada con fidelidad” (LG 64).

Juan Pablo II: La Iglesia Esposa es, como María, virgen fiel, “que guarda pura e íntegramente la fe prometida al Esposo, y a imitación de la Madre de su Señor, por la virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente una fe íntegra, una esperanza firme y una caridad sincera” (Redemptoris Mater 42-44).

María no sólo es tipo de la Iglesia, ella es prototipo de cada cristiano. En efecto, todos estamos llamados a “engendrar” a Jesús en nuestras vidas, todos hemos de ser “madres” de Cristo, como él mismo lo dice: “Quien hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3,35). Por lo tanto, madre de Jesús se hacen cuantos “oyen la palabra de Dios y la ponen por obra” (Lc 8,21).

En los autores espirituales este tema ha tenido una larga y bellísima tradición. Así el monje Isaac de Stella (+1170): “Se considera con razón a cada alma fiel como esposa del Verbo de Dios, madre de Cristo, hija y hermana, virgen y madre fecunda. Todo lo cual la misma sabiduría de Dios, que es el Verbo del Padre, lo dice universalmente de la Iglesia, especialmente de María y singularmente de cada alma fiel” (Patrología Lat. 194, 1862-1863. 1865).

La devoción a la Virgen

A la luz de las verdades recordadas, fácilmente se ve que la devoción mariana no es una dimensión optativa o accesoria de la espiritualidad cristiana, sino algo esencial. Así lo ha entendido la Iglesia y tantos Autores espirituales Santos, Así, por ejemplo, San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716) –cada vez más vigente y recibido por la Iglesia–, expresa esta devoción de modo muy perfecto, en obras como El secreto de María y el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen (BAC 451, 1984).

Veamos, pues, los aspectos principales de esta devoción cristiana a la Santa Madre de Dios.

El amor a la Virgen María

El amor es, evidentemente, el rasgo prime­ro de tal devoción. ¿Cómo habremos de amar los cristianos a María? Pues bien, en esto, como en todo, tomemos como modelo a Jesucristo y hallaremos la norma exacta. Sigamos la norma de San Pablo: “tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Flp 2,5). ¿Y cómo la amó su Hijo?… Pidamos la gracia de amar a María como Cristo la amó y la ama. Amemos a la Virgen con el Corazón de Cristo, pues si ella es su Madre, también es realmente nuestra Madre… Amemos a la Virgen, Madre de Dios, Madre virginal de Cristo, como la han amado los santos. ¡Ése es el límite de nuestra devoción mariana, que no debemos sobrepasar!… Será difícil.

Ya se ve que el peligro de una devoción excesiva se acerca del todo al cero… Sí es verdad que puede haber en las devociones marianas ciertas modalidades devocionales externas inconvenientes. Pero tal peligro viene a ser superado fácilmente para los cristianos, cuando en la devoción a la Virgen se atienen a la norma de la liturgia y a las devociones populares aconsejadas por la Iglesia.

Aprendamos de los santos su amor a la Virgen. El amor, por ejemplo, es el alma de esta oración de Santa Catalina de Siena (+1380):
“¡Oh María, María, templo de la Trinidad! ¡Oh María, portadora del Fuego! María, que ofreces misericordia, que germinas el fruto, que redimes el género humano, porque, sufriendo la carne tuya en el Verbo, fue nuevamente redimido el mundo. –“¡Oh María, tierra fértil! Eres la nueva planta de la que recibimos la fragante flor del Verbo, unigénito Hijo de Dios, pues en ti, tierra fértil, fue sembrado ese Verbo. Eres la tierra y eres la planta. ¡Oh María, carro de fuego! Tú llevaste el fuego escondido y velado bajo el polvo de tu humanidad. –“¡Oh María! vaso de humildad en el que está y arde la luz del verdadero conocimiento con que te elevaste sobre ti misma, y por eso agradaste al Padre eterno y te raptó y llevó a sí, amándote con singular amor. –“¡Oh María, dulcísimo amor mío! En ti está escrito el Verbo del que recibimos la doctrina de la vida… –¡Oh María! Bendita tú entre las mujeres por los siglos de los siglos” (Or. en la Anunciación; extracto).
[No pongo esta oración como modelo expresivo, extraño a nuestro tiempo, sino como ejemplo del entusiasmo angélico de Santa Catalina]. [Y la repetición de las frases amorosas a la Virgen, en el Rosario por ejemplo, es normal, es natural. Mi madre me dijo una vez que cuando yo era pequeño, 4 o 5 años, varias veces al día le declaraba mi amor. “Mamá, te quiero mucho”… Normal. Ni yo me cansaba en decirlo, ni ella en oírlo]… “De la abundancia del corazón habla la boca” (Lc 6,45).

La devoción mariana implica la admiración gozosa de la Virgen

“Llena-de-gracia”, ése es su nombre propio, el que le dio el arcángel Gabriel, en cuanto enviado por Dios, o sea de Su parte (Lc 1,28). No hay en ella oscuridad alguna de pecado: toda ella es luminosa, Purísima, no-manchada, In-maculada. Es Mater admirabilis. Antiguamente, en algunos lugares, era costumbre de rezar en las Letanías Mater Ter Admirabilis, tres veces admirable o por tres motivos admirable.

En ella se nos revela el poder y la misericordia del Padre, la santidad redentora de Cristo, la fuerza deificante del Espíritu Santo. En ella conocemos la gratuidad y hermosura de la gracia, pues, desde su misma Concepción sagrada, Dios santifica a la que va a ser su Madre, preservándola de toda complicidad con el pecado. En Jesús contemplamos la raíz de toda gracia, y en María el fruto más excelso de la gracia. Ella es el fruto más perfecto de la gracia de Cristo.

Los santos han admirado la hermosura de María

Si Dios creó al hombre y a la mujer “a imagen y semejanza suya” (Gén 1,27), hubo que esperar al nacimiento de María, para tener una imagen perfecta de Dios. Los santos, por serlo, han mirado la santa hermosura de la Virgen María con ojos perfectamente lúcidos… San Juan evangelista, que por don especial de Cristo crucificado, “la recibió en su casa” como madre suya, es en el Apocalipsis el primer admirador de su inefable belleza celestial: “Apareció en el cielo una señal grandiosa, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas” (Ap 12,1. Esa mujer simbólica del Apocalipsis representa, es cierto, a la Iglesia. Pero por eso mismo María se ve significada en ella. Y así lo ha entendido la Iglesia, el pueblo cristiano, como también los pintores que se han atrevido a representarla.

Uno de los santos más expresivos de la belleza de María es San Juan de Avila (+1569):
“Viendo su hermosura, su donaire, su dorada cara, sus resplandecientes ojos y, sobre todo, la hermosura de su alma, dicen: “¿Quién es ésta que sale como graciosa mañana? ¿quién es ésta que no nace en noche de pecado, ni fue concebida en él, sino que así resplandece como alba sin nubes y como sol de mediodía? ¿Quién es ésta, cuya vista alegra, cuyo mirar consuela y cuyo nombre es fuerza? ¿Quién es ésta, para nosotros tan alegre y benigna, y para otros, como son los demonios, tan terrible y espantosa?” ¡Gran cosa es, señores, esta Niña!” (Serm. 61, Nativ. de la Virgen).
El cristiano ha de amar a María como Madre suya

Si ella es nuestra madre, y nosotros somos sus hijos, lo mejor será que nos enteremos de ello y que vivamos las consecuencias de esa feliz relación nuestra con ella. Las madres de la tierra ofrecen analogías, aunque pobres, de la maternidad espiritual de María. Una madre da la vida a su hijo de una vez, en el parto, y luego alimenta y cuida de esa vida durante unos años, hasta que el hijo se hace independiente de ella. Pero María nos está dando constantemente la vida divina, y su solicitud por nosotros, a medida que vamos creciendo en la vida de la gracia, es creciente: ella es para nosotros cada vez más madre, y nosotros somos cada vez más hijos suyos.

Algunos eliminan prácticamente la maternidad espiritual de María, alegando que en el orden de la gracia les basta con Dios y con su enviado Jesucristo. Tal eliminación, aunque muchas veces inconsciente, es sumamente grave. Si un niño mirase a su madre como si ésta fuese la fuente primaria de la vida, haría de ella un ídolo y llegaría a ignorar a Dios. Pero si un niño, afirmando que la vida viene de Dios, prescindiera de su madre, con toda seguridad se moriría o al menos no se desarrollaría convenientemente. Pues bien, Dios ha querido que María fuera para nosotros la Madre de la divina gracia, y nosotros en esto –como en todo– debemos tomar las cosas como son, como Dios las ha querido y las ha hecho. Sin María no podemos crecer debidamente como hijos de Dios: la misma Virgen Madre que crió y educó a Jesús, debe criarnos y educarnos a nosotros. San Pío X decía:
“Bien evidente es la prueba que nos proporcionan con su conducta aquellos hombres que, seducidos por los engaños del demonio o extraviados por falsas doctrinas, creen poder prescindir del auxilio de la Virgen. ¡Desgraciados los que abandonan a María bajo pretexto de rendir honor a Jesucristo! (enc. Ad diem illum: 1904).
Agradecimiento hacia María, distribuidora de todas las gracias

Nótese que en la Comunión de los Santos hay sin duda muchas personas, y que en cada una de ellas hay hacia las otras un influjo de gracia mayor o menor. Este influjo benéfico nos viene con especial frecuencia e intensidad de los santos, “por cuya intercesión confiamos obtener siempre” la ayuda de Dios (Plegaria euc. III). Pues bien, en la Iglesia solamente hay una persona humana, María, cuyo influjo de gracia es continuo y universal sobre los fieles. Es decir, ella influye maternalmente en todas y cada una de las gracias que reciben todos y cada uno de los cristianos. Lo mismo que Jesucristo no hace nada sin la Iglesia (SC 7b), nada hace sin la bienaventurada Virgen María. Por eso escribe San Juan de Ávila:
“Ésta es la ganancia de la Virgen: vernos aprovechados en el servicio de Dios por su intercesión. Si te viste en pecado y te ves fuera de él, por intercesión de la Virgen fue; si no caíste en pecado, por ruego suyo fue. Agradécelo, hombre, y dale gracias. Si tuvieres devoción para con ella, cuando vieses que se te acordaba de ella, habías de llorar por haberla enojado. Si en tu corazón tienes arraigado el amor suyo, es señal de predestinado. Este premio le dio nuestro Señor: que los que su Majestad tiene escogidos, tengan a su Madre gran devoción arraigada en sus corazones. Sírvele con buena vida: séle agradecido con buenas obras. ¿Pues tanto le debes? Ni lo conocemos enteramente ni lo podemos contar. Mediante ella, el pecador se levanta, el bueno no peca, y otros innumerables beneficios recibimos por medio suyo” (Serm. 72, en Asunción).
Confianza en nuestra Madre, omnipotente en la súplica

Se comprende que haya temores y ansiedades interminables en los cristianos sin devoción a la Virgen María, pues son como quien se siente hijo sin madre. Por el contrario, el que se hace como niño y se toma de su mano, vive siempre confiado en la solicitud maternal de la Virgen. La más antigua oración conocida a María expresa ya esa confianza filial ilimitada: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios… Virgen gloriosa y bendita”.

En la Edad Media, especialmente entre los monjes, halla su cumbre la oración enamorada de María. difundiéndose felizmente entre el pueblo. Por ejemplo, la llamada oración de San Bernardo (+1153), inspirada en sus escritos, y que ha recibido formas distintas. Viene a decir así:
“Acordáos, o piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir, que alguno que acudiera a vuestra protección, haya sido por Vos abandonado. Animados y con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen Reina de las vírgenes”…
También procede de un monasterio, el de San Millán de la Cogolla, un excelso cantor medieval de la Virgen, el gran Gonzalo de Berceo (1190-1264), con su maravillosa obra Milagros de Nuestra Señora, a quien él llama a veces La Gloriosa. “Todos me llamarán bienaventurada” (Lc 1,48)

Pero uno de los más bellos encuentros de la Virgen con un cristiano lo encontramos en las Apariciones de la Virgen a Juan Diego en Guadalupe… La evangelización de México se inició en 1524 con la llegada de los 12 frailes franciscanos. Pues bien, el 12 de diciembre de 1531, por cuarta vez se apareció la Virgen al indio Juan Diego, viudo anciano.

Estaba él preocupado por la grave enfermedad de su tío, le dijo a la Virgen: “Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, ojalá estés contenta. ¿Cómo has amanecido? ¿Estás bien de salud, Señora y Niña mía?”; y en seguida le cuenta su pena. Después de oír la plática de Juan Diego, respondió la piadosísima Virgen: “Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige; no se turbe tu corazón; no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella; está seguro de que ya sanó”. Y entonces sanó su tío, según después se supo. [En nahualt los diminutivos son expresión de gran cariño].

La devoción a María lleva a imitarla

Ella es la plenitud del Evangelio. Ella es la Virgen Fiel, que oye la palabra de Dios y la cumple (Lc 11,28). Por eso con mucha más razón que San Pablo, María nos dice: “Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo” (1Cor 11,1). Así lo enseña el Vaticano II:
La Iglesia, “imitando a la Madre de su Señor, por la virtud del Espíritu Santo” (LG 64), guarda y desarrolla todas las virtudes. En efecto, mientras la Iglesia ha alcanzado en la Santísima Virgen la perfección, en virtud de la cual no tiene mancha ni arruga (Ef 5,27), los fieles luchan todavía por crecer en santidad, venciendo enteramente al pecado. Y por eso levantan sus ojos a María, que resplandece como modelo de virtudes para toda la comunidad de los elegidos (65).
Niños y ancianos, activos y contemplativos, laicos y sacerdotes, vírgenes y casados, todos hallan en María, Speculum iustitiae, el modelo perfecto del Evangelio, la matriz en la que se formó Jesús y en la que Jesús ha de formarse en nosotros. Ella es modelo de Esposa y de Madre. Pero también es modelo para sacerdotes, monjes y misioneros: “La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres” (LG 65).

Por otra parte, es claro que imitar a María es imitar a Jesús, pues lo único que ella nos dice es: “Haced lo que él os diga (Jn 2,5). En este sentido “la Madre de Cristo se presenta ante los hombres como portavoz de la voluntad del Hijo, indicadora de aquellas exigencias que deben cumplirse para que pueda manifestarse el poder salvífico del Mesías” (Juan Pablo II, Redemptoris Mater 21)

La oración a María

“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lc 1,48), profetiza la Virgen María, Madre de Dios. Al paso de los siglos, los cristianos cumplimos siempre su profecía. Tanto en Oriente como en Occidente, los hijos de la Iglesia han crecido siempre en un ambiente de culto y devoción a la Madre de Jesús, la Gloriosa, la Inmaculada, la Reina y Señora nuestra, la Virgen María, la Santa Madre de Dios. En la oración privada, en los rezos familiares, en los claustros monásticos, en las devociones populares y en el esplendor de la liturgia, se alza un clamor secular de alabanza y de súplica a la Madre de Jesús. Y esto tiene que ser cosa del Espíritu Santo, es decir, del espíritu de Jesús, que en el corazón de los fieles, canta la dulzura bondadosa de su Madre Virgen.

La más antigua oración a María difundida en la Iglesia dice así: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita”. Esta bellísima oración (Sub tuum præsidium) procede de una antífona litúrgica griega no posterior al siglo III. En ella se invoca ya a María como “Madre de Dios”, el título que más tarde se hizo dogma en el Concilio ecuménico de Éfeso (a.431).

El Ave María, compuesto con las palabras del ángel Gabriel y de Isabel (Lc 1,28s.42), así como otras oraciones latinas hoy recogidas al final de las Completas, en la Liturgia de las Horas (-Dios te salve, Reina y Madre; -Madre del Redentor, virgen fecunda; -Salve, Reina de los cielos; -Reina del cielo, alégrate) son de origen medieval, lo mismo que el Rosario y el Angelus, esas oraciones que tanto arraigo han tenido y tienen en la piedad de los fieles, y que la Iglesia tantas veces ha recomendado.

El canto que Cristo, con su Cuerpo, a lo largo de los siglos, ha dedicado a la Virgen Madre, tiene siempre rasgos de una belleza muy singular…

San Agustín (+430) la saluda: “Oh bienaventurada María, verdaderamente dignísima de toda alabanza, oh Virgen gloriosa, madre de Dios, oh Madre sublime, en cuyo vientre estuvo el Autor del cielo y de la tierra”

Sedulio, por los mismos años: “Salve, Madre santa, tú que has dado a luz al Rey que sostiene en su mano, a través de los siglos, el cielo y la tierra”

Y el gran San Cirilo de Alejandría, en ocasión solemnísima, cuando el Concilio de Efeso confesó a María como Madre de Dios: “Te saludamos, oh María, Madre de Dios, verdadero tesoro de todo el universo, antorcha que jamás se puede extinguir, corona de las vírgenes, cetro de la fe ortodoxa, templo incorruptible, lugar del que no tiene lugar, por quien nos ha sido dado Aquel que es llamado bendito por excelencia”

Y el grandioso Himno Acatistos de la liturgia griega, quizá compuesto por San Germán, que fue patriarca de Constantinopla (del 715 al 729): “Oh Guía victoriosa, nosotros, tus servidores, liberados de nuestros enemigos, te cantamos nuestras acciones de gracias… Ave, Esposa inmaculada. Ave, resplandor de alegría. Ave, destructora de la maldición. Ave, cumbre inaccesible al pensamiento humano”… Etc.

Es el canto enamorado que el Cristo total ofrece a María, y que se prolonga en la Edad Media con nuevas melodías…

En Canterbury, San Anselmo (+1109): “Santa y entre los santos de Dios especialmente santa María, madre de admirable virginidad, virgen de amable fecundidad, que engendraste al Hijo del Altísimo”

Y en la abadía de Steinfeld, cerca de Colonia, el premonstratense Herman (+1233): “Yo querría sentirte, hazme conocer tu presencia. Atiéndeme, dulce Reina del cielo, todo yo me ofrezco a ti. Alégrate tú, la misma belleza. Yo te digo: Rosa, rosa. Eres bella, eres totalmente bella, y amas más que nadie”

Y en el monasterio cisterciense de Helfta, Santa Gertrudis (+1301): “Salve, blanco lirio de la refulgente y siempre serena Trinidad, deslumbrante Rosa celestial”

No se cansa la Iglesia de bendecir a la gloriosa siempre Virgen María. Sólo siente la pena de no poder hacerlo con la elocuencia de los ángeles, porque todas las alabanzas a la Gloriosa se quedan cortas. Y es que, como dice San Bernardo, de tal modo es excelsa su condición, que resulta inefable [=inexpresable]… ¿Qué lengua será capaz, aunque sea angélica, de ensalzar con dignas alabanzas a la Virgen Madre, y madre no de cualquiera, sino del mismo Dios? (Serm. Asunción 4,5)… Por eso yo-nosotros, con el versículo final de la oración Ave Regina cæ­lorum, le pedimos a Ella la gracia de saber alabarla, y que nos dé fuerza contra sus enemigos, que son los nuestros:

Dignare me laudare te Virgo sacrata.

Da mihi virtutem contra hostes tuos.
 

CONDENANDO AL LIMBO AL INFIERNO

En enero de 2006 Monseñor Sanborn analizó las propuestas modernistas de Joseph Ratzinger, en este caso, sobre la existencia del limbo de los infantes.


CONDENANDO AL LIMBO AL INFIERNO

Benedicto XVI se prepara para suprimir el Limbo y promulgar una nueva herejía.

Por el Reverendo Donald J. Sanborn

Introducción

Probablemente haya visto artículos sobre la inminente supresión del Limbo por parte de Ratzinger (Benedicto XVI). El New York Times publicó un extenso artículo en portada al respecto el 28 de diciembre de 2005, festividad de los Santos Inocentes.

Ratzinger dijo en los años '80 que nunca creyó en el limbo.

La defensa que los modernistas esgrimen para descartar el Limbo es que no es un dogma de la Iglesia. Y es cierto. Se podría negar el Limbo sin ser hereje.

Sin embargo, si negamos el Limbo, estamos obligados por el dogma católico a arrojar a los bebés no bautizados al fuego del infierno. Pues es absolutamente imposible que los bebés tengan la visión beatífica a menos que reciban el Sacramento del Bautismo o sean bautizados en su sangre. Si no terminan en el Limbo, entonces sufren las penas de los condenados. Permítanme explicarlo.

La visión beatífica: imposible sin justificación

Debido al pecado original, es físicamente imposible que el hombre tenga la visión beatífica —la visión directa de la esencia de Dios— después de la muerte, a menos que primero sea justificado. La justificación es el acto por el cual el hombre pasa del estado de pecado al estado de gracia santificante. La gracia santificante es el principio de la vida sobrenatural del alma y es lo que nos da la capacidad de ver a Dios después de la muerte, cuando esta se transforma en lo que se conoce como la luz de la gloria.

Para ser justificados, debemos 
(a) recibir el Sacramento del Bautismo, 

(b) sufrir el martirio o 

(c) realizar ciertos actos justificadores bajo la influencia de la gracia actual, a saber, un acto de fe sobrenatural, contrición perfecta por el pecado y caridad, es decir, amor a Dios.
Es evidente que los infantes y quienes están permanentemente privados del uso de la razón no pueden realizar actos justificativos. Por lo tanto, la única vía de justificación disponible para ellos, aparte del martirio, son las aguas del Sacramento del Bautismo.

El Papa Pío XII lo expresó claramente en su discurso ante el Congreso de la Asociación Católica Italiana de Matronas (29 de octubre de 1951): “Si lo que hemos dicho hasta ahora se refiere a la protección y al cuidado de la vida natural, debe valer aún más para la vida sobrenatural que el niño recién nacido reciba el Bautismo. En la economía actual, no hay otro modo de comunicar esta vida al niño que aún no tiene uso de razón. Pero, sin embargo, el estado de gracia en el momento de la muerte es absolutamente necesario para la salvación. Sin él, no es posible alcanzar la felicidad sobrenatural, la visión beatífica de Dios. Un acto de amor puede ser suficiente para que un adulto obtenga la gracia santificante y supla la ausencia del Bautismo; para el niño no nacido o para el recién nacido, este camino no está abierto”.

San Agustín dijo: “Si quieres ser católico, no creas, digas ni enseñes que los niños que mueren antes del Bautismo pueden obtener la remisión del pecado original” (III de Anima). También dijo en una carta a San Jerónimo (n.º 27): “Quien diga que incluso los niños son vivificados en Cristo cuando parten de esta vida sin la participación de su Sacramento [el Bautismo], se opone a la predicación apostólica y condena a toda la Iglesia que se apresura a bautizar a los niños, porque cree firmemente que de lo contrario no pueden ser vivificados en Cristo”.

Los herejes negaron la necesidad del bautismo infantil

La necesidad del Bautismo fue negada por el hereje del siglo XIV Wycliff, así como por los reformadores protestantes Bucero y Zwinglio. Calvino afirmó que los bebés de padres creyentes son santificados en el vientre materno y, por lo tanto, liberados del pecado original sin el Bautismo.

Algunos teólogos católicos del pasado, en particular Cayetano, afirmaron algo similar: que el niño no bautizado en el vientre materno puede salvarse mediante un acto de deseo de los padres. Sin embargo, esta teoría fue expurgada del Comentario de Cayetano sobre Santo Tomás nada menos que por San Pío V.

Los que mueren en pecado original van al infierno

El Concilio de Florencia declaró: “Con respecto a los niños, dado que el peligro de muerte es frecuente y el único remedio disponible para ellos es el Sacramento del Bautismo, mediante el cual son arrebatados del dominio del diablo y adoptados como hijos de Dios, advierte que el Sagrado Bautismo no debe diferirse por cuarenta u ochenta días ni por ningún otro período de tiempo, según la costumbre de algunos, sino que debe administrarse tan pronto como sea conveniente; y si hay peligro inminente de muerte, el niño debe ser bautizado de inmediato y sin demora, incluso por un laico o laica, según la forma de la Iglesia, si no hay sacerdote, como se contiene con más detalle en el decreto sobre los armenios” (Decreto para los Jacobitas, Denz. 696).

El Concilio de Trento dijo: “Y esta traslación [es decir, este paso del estado de pecado original al estado de gracia], desde la promulgación del Evangelio, no puede efectuarse sin el lavatorio de la regeneración, o el deseo de este, como está escrito: si el hombre no renace del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el Reino de Dios” (Sesión VI, capítulo 4) El Concilio también dice: “Si alguno dijere que el Bautismo es gratuito, es decir, no necesario para la salvación, sea anatema” (Sesión VII, can. 5).

Cabe añadir aquí que los bebés pueden recibir el Bautismo de sangre si sufren martirio. Este es el caso de los Santos Inocentes, a quienes la Iglesia siempre ha considerado mártires y, por lo tanto, santos en el cielo. Pero este hecho no distorsiona en absoluto el significado de los Concilios y los Padres respecto a la necesidad del Bautismo, ya que hablan del remedio normal para el pecado establecido por Dios.

El Concilio de Florencia también definió, en la Sesión VI, lo siguiente: “Pero las almas de quienes parten de esta vida en pecado mortal actual, o solo en pecado original, descienden directamente al infierno para ser castigadas, pero con penas desiguales”

Esta misma doctrina se encuentra en la Confesión de Fe dada al emperador oriental Miguel Paleólogo en 1267 por el Papa Clemente IV, y que fue aceptada por este mismo emperador en presencia del Papa Gregorio X en el Segundo Concilio de Lyon en 1274. La misma doctrina se encuentra también en la Profesión de Fe dada a los griegos por el Papa Gregorio XIII, y en la prescrita para los cismáticos orientales por los Papas Urbano VIII y Benedicto XIV.

Los dos castigos del infierno

El infierno consiste en dos cosas: la privación de la visión beatífica, que es el castigo por el pecado original, y el dolor de los sentidos, el fuego, que es el castigo por el pecado actual. Por lo tanto, si después de la muerte se priva a alguien de la visión beatífica, se está en el infierno, en sentido amplio. Digo “sentido amplio”, ya que la comprensión común del infierno es el infierno de los condenados, el infierno del fuego infernal y la agonía. Este es el infierno en el sentido estricto del término.

Dado que los bebés no bautizados solo tienen pecado original, los teólogos solían concluir que existía un lugar en el infierno —en sentido amplio— donde se les privaría de la visión de Dios, pero no estarían sujetos al dolor de los sentidos, ya que no habían cometido pecado real. Esta conclusión o teoría, enseñada por casi todos los teólogos en los últimos ochocientos años, concuerda con una declaración del Papa Inocencio III (III Decr. 42:3): “El castigo del pecado original es la privación de la visión de Dios; del pecado real, las penas eternas del infierno”.

“Limbo” proviene de una palabra latina que significa “borde”, por lo que los teólogos llamaban al lugar de los bebés no bautizados el borde o los límites exteriores del infierno. Es una conclusión muy razonable.

La nueva herejía de Ratzinger

Pero Ratzinger sabía más que Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura y prácticamente cualquier otro teólogo desde entonces. Era más inteligente que ellos. Dijo que el limbo es algo incompatible con el hombre moderno.

Así que llegamos a una encrucijada. Según la doctrina católica, si se elimina el limbo, los bebés son condenados al infierno de los malditos, junto con asesinos, ladrones, adúlteros, pervertidos, herejes, etc. ¿Ratzinger fue por ese camino?

No, sin duda optó por la otra opción, es decir, que los bebés vayan al cielo. ¡Qué felices serán las madres! Pero seguir esta opción lleva implícita una herejía: que los bebés que mueren sin Bautismo pueden alcanzar la salvación eterna. Ya hemos señalado cómo esto es contrario a la fe.

Así, el ultramodernista Ratzinger estaba preparando otra herejía. Pero la promulgaría por la puerta trasera, como solía hacer. Aparecería ante el mundo como el buen anciano —como un Papá Noel eclesiástico— regalando el cielo a los niños. Pero en el fondo escondía una herejía perniciosa.

Los apologistas del Vaticano II, por lo tanto, tendrían que tapar más agujeros. La presión sobre el conservador Novus Ordites tuvo que aumentar para llamar católico a lo que claramente no es católico. Tendrían que esforzarse y ceder como nunca antes para evitar las acusaciones de herejía. Cada vez fue más difícil para los defensores del emperador desnudo convencer a todos de que Ratzinger se vestía con la ropa de la ortodoxia.


Este artículo del Boletín del Seminario MHT, de enero de 2006 ha sido adaptado para su publicación.